martes, 10 de diciembre de 2019

La Pampmiseta

                                                              Dibujo de Universo Pamp


    El otro día encontré, en el fondo del cajón, mi vieja pampmiseta, ajada y descolorida. Ya no era la de siempre, pero seguía ahí.
    Todo empezó hace mucho, con el blog de mi amigo Pamp, con sus geniales dibujos, y los comentarios que le hacíamos. Llegó un momento en que dijo que lo teníamos que hacer al revés, que yo escribiera relatos y él me los ilustrara. Así surgió mi blog. Yo colgaba mis historias y cogía sus ilustraciones. Él siempre me lo permitía. Buscaba con tenacidad cuál le iba mejor a cada relato, pero éste era distinto, éste lo hizo a propósito para el cuento que se iba a exponer en la biblioteca. Había triunfado. Habíamos triunfado. Decidí hacerme una camiseta con el dibujo, para la ocasión, en blanco sobre fondo negro, como tenía que ser. Lo suyo habría sido imprimir el texto en la espalda, pero eso costaba dinero.
    Fue un éxito. A Pamp le encantó ver su creación en una camiseta. Todos lo fliparon con el relato. Se me veía muy guapo en las fotos. A partir de ahí decidí que me la pondría en los grandes momentos.
Era mi amuleto. Decía que yo era guay. En la disco las chicas se me acercaban y decían que molaba, que qué significaba.
-El perro no me deja ladrar –contestaba, orgulloso.
-¿El qué? –preguntaban, intrigadas.
-Es un relato mío –contestaba, aún más orgulloso.
-Ah, ¿Eres escritor?
-El diseño es mío –corría a añadir mi colega.
En ese punto de la conversación tenía que recordarle que él ya tenía novia. Al fin y al cabo, le conocí gracias a ella.
Y así, noche tras noche, en fiestas, saraos, conciertos y demás, yo triunfaba y lucía mi pampmiseta en todas las fotos. Con los amigos, con las muchachas, con la cantante macizorra de moda…
Llegaron más relatos, más exposiciones, y salieron más dibujos, pero esa era la pampmiseta original y nunca hubo otra.
El tiempo pasó, y borré, sin querer, mis fotos del ordenador. La pampmiseta fue perdiendo su color, volviéndose de un gris cada vez más oscuro. Las chicas se fueron, los amigos, las fiestas y las cantantes macizorras. Lo único que quedaba blanco, eran las marcas de los sobacos. Aquella prenda de vestir se quedó olvidada en el fondo del cajón.
Pero la he vuelto a encontrar, ahora que necesito su poder y su buena suerte, y me la pongo bajo la sudadera, para que no se vea en qué estado está. Pero ya no es lo mismo. Lo más que he conseguido es que alguna compañera de trabajo la vea, en un descuido.
-Qué dibujo más bonito. Lástima que así en gris, apenas se vea.

3 comentarios:

  1. Esto se acaba, señor@s, mi blog está ajado y descolorido. Ya nadie lo lee, ni yo escribo en él. Se acabaron los comentarios, los homenajes, agradecimientos y demás. Esto tiene que terminar. Reconozco que ha sido un placer, pero el hostal cierra sus puertas. Puede que empiece otra aventura literaria, puede que escriba algún relato más.

    Adiós.

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  2. Buena suerte, David. Es una pena, siempre hacen falta hostales como el tuyo... Pero seguro que ha llegado el tiempo de empezar un nuevo proyecto.
    Buena suerte!

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  3. Te deseo otra etapa como escritor y una camiseta nueva. Un abrazo.

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