lunes, 18 de julio de 2011

La hermana muerta

Dibujo de Universo Pamp.

Mi vida fue muy corta, pues nací muerta.
Al sexto mes dejé de dar patadas y aun así, mis padres siguieron esperando. Ya habían comprado mi cuna, la ropa y los juguetes. Compraron incluso una camita en cuya cabecera ponía "Angélica".

En la lápida me pusieron un ángel.
Mi madre venía todas las semanas a cambiarme las flores. Yo intentaba abrazarla y solo conseguía que llorase entre escalofríos.

Con el tiempo dejó de venir.
Habían tenido otra hija a la que dieron mi nombre, mi ropa y mis juguetes. Era la niña de sus ojos y todos la adoraban. Para mi solo era Angélica 2.
No iba a permitir que aquella usurpadora se quedase con lo mio y la visité todas las noches.

¡Maldita niña estúpida!

Lloraba asustada y no sabía por qué. Noche tras noche, día tras día, quise demostrarle quien era la auténtica Angélica, pero solo conseguí que creciera asustada.

¡Niña tonta!

Todo le daba miedo y las niñas se reían de ella, sobre todo la pija del cuarto. La llamaba "cagona llorona".
Al principio me hacía gracia, hasta que se pasó de la raya.

Aquel día la empujaba y escupía sin parar, la muy boba se quedaba acurrucada, llorando. La pija gritaba con crueldad:
–¡Cagona llorona, cagona llorona!
Ya no pude más y le di un empujón que la mandó al otro lado del parque. Asustada, se fue llorando, como alma que lleva el diablo.
Angélica se levantó, ya no tenía miedo, solo buscaba a quién darle las gracias. Entonces comprendí que era su hermana mayor y que cuidaría de ella siempre.