domingo, 28 de septiembre de 2014

La abuela Manuela

                                                             Dibujo de Universo Pamp.


A la abuela Manuela le duele una muela, pero no va al dentista porque le da miedo. No tiene problemas en sacar las croquetas de la sartén con las manos, y el dentista le da miedo. Ella es así.

Cuando se cansa, se sienta en la silla y se quita una pierna, nunca me acuerdo si es la izquierda o la derecha, y la deja aquí o allí, le da igual. A veces la deja en el cuarto de baño, guardándole el sitio. Cuando se la quita, en su lugar queda un muñón gracioso y regordete, que termina en una cicatriz que parece sonreír.

Si le pregunto por el abuelo, se enfada.
–¡A ese señor no me lo menciones! –grita.
Papá siempre me dice que el abuelo está en la luna, y yo me río porque sé que es mentira.

La abuela Manuela grita mucho, pero enseguida se le pasa el enfado y se pone a cantar. Cuando habla por teléfono, se la oye desde la Conchinchina.

Sus croquetas son enormes y me gustan un montón, pero cada vez que las hace se quema las manos. Siempre está echándose pomada. Huele muy bien.

Las gafas de la abuela son mágicas, con ellas se ve todo muy grande. Cuando me las pongo, todo da vueltas como si montara en la montaña rusa. El otro día llegué a ver el futuro con ellas.
–¡Nena, quítatelas, que te vas a marear! –me dice.
Yo le pido que me haga croquetas y ella me dice que me hará torrijas, que se quema menos con ellas. ¡Mmm, torrijas, qué ricas!