jueves, 24 de febrero de 2011

El ídolo caido

Dibujo de Universo Pamp.

De todas las estancias de aquella mansión sin muebles, le encontré en el sótano.
Era patético ver a ese ídolo dorado perder su brillo, tirado en un rincón.
Por un momento, habría sentido lástima si no fuera porque no tengo corazón.
–¿Eres la muerte? ¿Vienes a por mi? –Preguntó asustado.
Estaba drogado hasta las cejas y apenas se le entendía.
–No, –le contesté –no soy la muerte, pero vengo a por ti.
–¿Qué es lo que quieres? –Intentó gritar.
–No quiero nada, solo te traigo la gloria.
El pobre no soportaba la incertidumbre.
–¿De qué estás hablando? ¿Quién eres? ¿Te manda la discográfica?
–No, –le dije –no me manda la discográfica, pero deberían pagarme por lo que voy a hacer.
Cuando le apunté con la pistola se estremeció y empezó a vomitar como un poseso.
Al final se calmó y me enseñó un frasco de píldoras vacío.
–Si vienes a matarme, llegas tarde. –Dijo con los ojos llorosos.
–No, –le contesté –así solo serías un yonki más que no pudo soportar la fama. Yo vengo a elevarte a la categoría de dios.
De repente, despertó de su letargo y me miró con esa cara con la que se comía el mundo desde lo alto del escenario y me dijo:
–Dispárame a los huevos, eso dará que hablar.
Por un momento, me hizo sonreír.
–¡Ese es mi chico!

lunes, 7 de febrero de 2011

Mi vampiro favorito

Dibujo de Universo Pamp.

Supongo que fue amor a primera vista.
La primera vez que le vi le estaba chupando la sangre a un gato, o al menos intentándolo. Menudo destrozo le estaba haciendo en el cuello. Tuve que ayudarle a desangrar al animal, porque si no se tiraría toda la noche.
Supongo que me dio pena, se le veía tan solo.
Le ofrecí mi cuello para que se saciara, pero lo rechazó. Tenía un miedo atroz a la sangre humana, los contagios y todo eso.
Sufría una una obsesión enfermiza por la higiene bucal y era adicto al Oraldine.
Supongo que era un buen chico.
No me puso la mano encima hasta que cumplí los dieciocho, el pobrecito no sabía por donde empezar. Siempre con miedo de hacerme daño.
En una ocasión vio dos perros sodomizando y le entró un yu-yu muy raro, estuvo una semana sin comer. Casi se me muere, intenté explicarle un par de cositas sobre el tema, pero el pobre era un cagao.
No soportaba que fuera de gótica, el maquillaje, las cadenas, los piercings, decía que le daban grima.
Cuando estaba en esos momentos que tenemos las mujeres, él se asustaba y huía de mi. Yo me ponía violenta, le llamaba maricón y le decía que me mordiera de una vez.
En fin, vosotras sabéis lo que es eso.
Aun así, yo le quería.

Entonces llegó Victor, tan guapo, tan macho, tan vampiro.
Lo primero que hizo fue ponerme mirando a Cuenca, después me mordió, y no en el cuello precisamente. Nunca me sentí igual, por fin alguien me daba lo que yo quería.
Como era de esperar, caí en sus brazos.
Yo sé que cuando me fui con él le partí el corazón al otro pobre, pero lo nuestro ya no podía durar más y era hora de que espabilase.

Todavía me acuerdo de él cuando le chupo la sangre a algún pringao.
Era tan sensible.
Respecto a Victor, bueno, fue uno más, fue uno menos.
Pero esa es otra historia.