Pepi y Manoli se van de excursión. Se cogen el tren que las lleva a León.
–¿A
León? ¿Pues no nos íbamos a Alicante?
–Bah,
Alicante, eso esta ya muy visto. ¿Pero cuantas veces has estado en
Leon?
–¿Yo?
Ninguna ¿Y tú?
–Pues
eso, más tendremos que ver.
–¿El
qué? ¿La catedral?
–La
catedral y todo lo demás.
–¿El
qué?
–Pues
eso.
–¿Acaso
sabes qué tren tenemos que coger?
–Éste,
o el otro, da igual.
La una
va con muletas, y la otra cargada con la maleta.
–¡Vamos,
mujer, qué no llegamos!
–¿Es
que no ves que estoy coja?
–¡Oye,
que yo voy cargada y todavía no me he quejado!
–Señora,
¿quiere que la ayude?
–¡Uy,
quita, quita, que seguro que es un ladrón!
–¡Uy,
quita, quita!
–Señora,
que solo quería ayudar.
–¡Quita,
quita!
–¡Buena
la has hecho! ¿Y ahora cómo subimos el escalón del tren?
–¿Y
cómo voy a subir yo, la maleta?
–Mujer,
tira hacia arriba, que tiene ruedas.
–¡Ay,
que no puedo! ¡Ayúdame! ¡Coge tú de ahí abajo!
–¿Y
qué hago? ¿Suelto las muletas?
–Señora,
deje que la ayude. ¿Por qué no nos han avisado antes? ¿Es que no
saben que en RENFE tenemos un servicio de ayuda a mayores y
discapacitados?
–¡Yo
qué voy a saber!
–¡Lo
ves, ya te lo dije!
–¡Tú
qué me vas a decir!
–Señoras,
por favor, siéntense ya, que va a arrancar el tren.
–Es
que la maleta…
–No
se preocupen, que yo les guardo la maleta.
–¡Ay,
qué mareo, que arranca el tren!
–Mujer,
si aún no ha arrancado.
–¡Ay,
qué mareo! ¡Saca las pastillas!
–Pues
estamos apañadas, están en la maleta.
–¡Saca
las pastillas, saca las pastillas!
–Que
no puedo, que la chica la ha guardado arriba, en el maletero.
–¡Saca
las pastillas, saca las pastillas!
–Esta
bien, voy a intentar alcanzar la maleta. Sujétame las muletas.
–¡Saca
las pastillas!
–¡Pero,
sujétame, que me caigo!
–¿Te
sujeto a ti o a las muletas?
–¡Deja
las muletas y sujétame a mí, que me mareo!
–¡Ah,
no, que la que se marea soy yo!
–¡Ay,
qué mareo! ¡Bájame que me mareo!
–¡Baja
tú las pastillas, que me mareo!
–¡Pero
señoras! ¿Se puede saber qué están haciendo? Déjenme a mí,
déjenme a mí, que yo se lo bajo. A ver, ¿son estas sus pastillas?
–No,
esas son las de la tensión.
–No,
esas son las del colesterol.
–No,
las del colesterol son las rojas, las de la tensión son las
amarillas.
–Ah,
vale, entonces las de aquí son las del oído.
–Vale,
¿y las del mareo cuáles son?
–Nada,
hija, no te preocupes, que ya las encontramos nosotras.
–Sí,
mejor así. Si ya estamos llegando. ¡Bendita sea la Alta Velocidad
Española!
–¡Si
ya hemos llegado!
–¿Y
ahora cómo bajamos?
–Tira,
coge la maleta y yo las muletas.
–¡Si
no vamos a poder!
–Señoras,
¿quieren esperar las últimas, que ahora las ayudo yo, a bajar?
–Vale,
vale… Ay que ver cómo se pone la chica por nada.
–¿Y
ahora qué? ¿Cogemos un taxi?
–¿Lo
vas a pagar tú?
–Sí,
hija, sí.
–Taxista,
al hotel Mariver.
–Al
hotel Marimar.
–Al
hotel Miramar.
–¿Se
refieren al hotel León?
–¡Sí,
a ese!
–Haber
empezado por ahí, mujer. No necesitan un taxi, lo tienen allí
mismo.
–¡Hombre!
Pues muchas gracias.
–¡Lo
ves! Por acordarme del nombre del hotel, nos hemos ahorrado un taxi.
–Ya.
Ahora habrá que ver qué habitación nos dan cuando lleguemos.
–Agarra
la maleta y tira.
–¡No
se preocupen, señoras, les tenemos reservadas una habitación
especial!
–¡Madre
mía, qué grande es!
–Es
para su mejor movilidad.
–¿Nos
está llamando inútiles?
–¿Por
qué tiene tantas camas?
–Es
por el tamaño.
–¿Nos
está llamando gordas?
–No,
mujer, me refiero que es especial para gente mayor.
–Lo
que yo te diga, nos está llamando viejas.
–No,
por Dios, nada más lejos de mi intención. Si lo prefieren, les
cambio a esta otra habitación que acaban de dejar libre…
–Hombre,
esto es otra cosa.
–A
dónde va a parar.
–Anda,
dale una propina al hombre.
–Si
el dinero lo tienes tú.
–Pero
ahora no puedo sacar el bolso de la maleta.
–¿Y
cómo quieres que bajemos a la cafetería, a cenar?
–Por
mí no se molesten, señoras, que yo les dejo que descansen
tranquilas.
–Anda
que…
–¿Y
ahora qué?
–¿Juntamos
las camas, como cuando éramos pequeñas?
–¿Te
acuerdas de las broncas que nos echaba mamá, por tu culpa?
–¿Te
acuerdas de las que nos echaba papá, por la tuya?
–¿Nos
vamos a pasar todo el fin de semana discutiendo?
–Anda,
tonta, ¿con quién te lo vas a pasar mejor que con tu hermana?
–Ea,
ya me ha ya me ha llamado tonta.