lunes, 17 de diciembre de 2012

La plaga

                                  Dibujo de Universo Pamp.

El día que Aurelio del Pozo murió, nadie lo lamentó, pues solo era un labrador más del montón. Su mujer tuvo que hacerse cargo de los cultivos, pero también murió. A sus hijos no les quedó mas remedio que aprender a llevar la mula y el arado. Cuando por fin lo lograron, inevitablemente perecieron.

El capataz no le dio mayor importancia, bastaba con que cualquiera de los otros se ocupara de esos terrenos. Pero nadie quería, decían que esas tierras estaban malditas y no podían ser labradas.

Al cabo de los días, los demás labradores cayeron, uno a uno. Después fueron los ganaderos. Los pescadores murieron en el mar.
Los carpinteros, los panaderos, no quedó ningún trabajador vivo en la Tierra.

Los capataces se empezaron a preocupar, tendrían que utilizar a los vagabundos, pero estos desaparecieron hace mucho y nadie los había echado de menos.

Los señoritos se hicieron cargo de la situación, y ordenaron a los capataces que ocuparan los puestos de trabajo vacantes, condenándolos así, a su muerte.

El rey no se enteró del asunto hasta que encontró a su esposa intentando hacer el desayuno. Todos sus siervos y criados habían desaparecido. Se asustó, llamó al ejército para que solucionara el problema. Esos aguerridos hombres que se habían enfrentado a la muerte en mil batallas, por primera vez en su vida, la tuvieron miedo, y no sabiendo trabajar mas que con sus armas, cuando las cogieron, murieron.

El rey no se dio por vencido, y ordenó al duque que se encargara del trabajo. El duque se lo mandó al marqués, el marqués al conde, y éste al barón.
Uno tras otro, perdieron la vida, quedando solo el rey y la reina, que por fin consiguió freír un huevo, antes de morir.

Fue entonces cuando el monarca se dio cuenta de que de nada le servía ya tanta riqueza y poder.

8 comentarios:

  1. Bueno, niñ@s, hoy cumplo 20 años.
    ¡Veinte años ya, de aquella operación y sigo vivo!
    Es uno de los pocos consuelos que me queda ante esta situación tan chunga por la que pasamos.
    Así que os regalo hoy este relato que me acabo de sacar del alma (y de la manga).

    Espero que os guste.

    ¡Feliz fin del mundo!

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  2. Hola Dabid, este relato me deja pensando... quieres dar a entender que lo mejor es pasarse la vida tumbado a la bartola sin saber freir un huevo? O que abajo la monarquía? Por cierto, ¡feliz cumpleaños!
    Sandra

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  3. No, por Dios, pasarse la vida tumbado a la bartola no. Podrías terminar como yo de loco.
    Supongo que me puse combativo y pensé que los poderosos están estropeándolo todo a través de nuestro trabajo.
    Este sería uno de mis "relatos de hospital", como yo los llamo. Osea, que se me ocurren cuando estoy en el hospital, esperando a que le hagan a mi madre el TAC, o a mí mismo.
    En fin, esta es una parte de mi vida muu aburrida...

    Bienvenida a mi hostal y Feliz fin del mundo.
    A ver si nos vemos antes de que no se acabe.

    Dabid

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  4. Yo lo he visto más como una alegoría al abuso del poder capitalista. Un saludo!

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    1. Que va, Mario, el capitalismo ha muerto,ya solo quedan pícaros y pillos.

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  5. Primero te felicito aunque con retraso y el cuento esta en tu linea genial como siempre
    pero con un mal porvenir.
    Un saludo
    Rufino

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    1. ¡Cuanto tiempo sin verte por mi hostal, Rufino!
      Ya sabes que eres bien recibido.

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