jueves, 6 de diciembre de 2012

La tumba de la princesa

                                Dibujo de Universo Pamp.

La princesa se indignó ante la visión de la enorme tumba que su marido le había construido, y se le presentó en mitad de la noche.

–¿Tu eres tonto? –le exclamó.
El emperador se quedó atónino ante la presencia de su amada esposa.
–Cariño, ¿eres tu?
–¿Acaso no te dije que me incinerases y esparcieras mis cenizas por el Ganges?
–Pero, corazón –se disculpó–, yo no podía hacerte eso, tu merecías mucho más.
–¿Y qué me dices de tus otras esposas?,  ¿les construirás otro palacete cuando mueran?
–No, cielo, no, ellas serán enterradas alrededor de tu féretro, como cortejo fúnebre.
–¿Es que no tienes corazón? –cada vez se enfadaba más– ¿No te bastó con anteponerme al resto del harem, que ahora pretendes condenarlas a yacer bajo mi cadáver?
Él no sabía qué decir.
–Pero, amor...
–¿Amor? ¡Tú no sabes lo qué es el amor! –exclamó la princesa antes de esfumarse en la oscuridad.

El pobre emperador se quedó triste y pensativo, tras la visita de su difunta esposa. No sabía que hacer, y tras mucho cavilar, tomó una decisión. Se deshizo de sus excelsas vestiduras, abandonó sus palacios y sus riquezas, y se fue a recorrer el mundo en busca del verdadero amor.

Vivió y murió como un indigente, pero al final encontró el amor. El amor de la gente humilde que le dio cobijo y alimento, el amor de los misioneros que curaron sus heridas, el amor de los niños que jugaron con él.

Fue entonces cuando su alma subió al cielo, donde su amada princesa le esperaba con los brazos abiertos.
–¿Lo entiendes ahora? –le dijo sonriendo.


1 comentario:

  1. Bueno, me ha quedado un poco ñoño, pero solo es un improvisación.

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