El
Rey de la Piel de Banana se ha vuelto loco. Le ha declarado la guerra
a todo el mundo.
El
Duque de Perales está histérico. Sabe que no puede enfrentarse a su
ejército de plátanos de Canarias, y busca una alianza con sus
enemigos, para vencer al cruel rey.
El
Vizconde Ciruelo teme a la flota de chirimoyas blindadas del rey
loco. Conoce su terrible poder de destrucción.
Las
cerezas espías del Marques de Fresones han descubierto que el
ambicioso rey ha convocado a sus tropas especiales de bananas
tropicales de Borneo.
La
cosa no pinta bien. Van a necesitar más aliados.
Las
negociaciones con Lady Cotton garantizan la participación de sus
melocotones asesinos. A ninguno les gusta tenerlos tan cerca, pero no
hay más remedio. El Barón Limoner se ha unido a la causa del rey, y
todos saben cómo se las gastan sus cítricos mercenarios.
–¡Esto
es la hecatombe! –exclama Frai Picoto.
–Es
el fin –susurra la Hermana Nectarina.
Kiwis,
granadas y sandías huyen despavoridos, ante la inminente batalla. El
Rey de la Piel de Banana se frota las manos, al ver todo dispuesto.
El
General Manzanuelo piensa que se va a liar una terrible compota, y se
dice que hoy es un buen día para morir.
La
reina, sujetando la corona con rabia, está harta de las
excentricidades de su marido.
–¡Por
Dios, Epifanio! ¿Quieres dejar de declararle la guerra a la gente?
Aquí os dejo este cuento-alegato antibelicista, para compensar todos estos días que he tenido desatendido el hostal. Ocultaros de la batalla aquí dentro, que luego celebraremos las paz, comiendo compota de fruta.
ResponderEliminarDabid
Haz la fruta y no la guerra :D
ResponderEliminarSaludos!!!
¡Amigo Pamp, se bienvenido a mi hostal!
EliminarHoy el menú está repleto de fruta recién venida de la guerra.
Un abrazo!!!