–¡Oiga!
¿Qué hace?
–Señora,
iba a hacerme una foto con su hijo.
–¡Ay,
quite, quite! ¡Suelte a mi niño!
–Pero,
señora, ¿no sabe quién soy?
–¡Sí,
usted es el que sale en televisión!
–Señora,
yo soy el candidato a la presidencia del gobierno.
–¡Un
sinvergüenza es lo que es!
–No
me pegue con el bolso, mujer, que no le voy a hacer nada al
chiquillo.
–Pues
mire, para empezar, ha dejado a su padre sin trabajo. ¡Suelte al
niño!
–Pero
deje de pegarme, que yo no he sido, que ha sido el otro…
–Usted,
el otro… ¿Qué importa? ¡Si sois todos unos sinvergüenzas!
¿Quiere soltar a mi hijo?
–Señora,
pare ya. Que yo no tengo la culpa de que el país vaya tan mal.
–¡A
mí no me llame señora! ¡Sinvergüenza! ¿Es que cree que soy una
tía loca a la que pueda engañar?
–No
diga eso, mujer, que yo pienso hacerlo bien. ¿No irá usted a votar
al otro?
–¡No,
que es otro sinvergüenza como usted! ¡Que ha hundido el país! ¡Y
suelte a mi niño, de una vez! ¡Y usted, aparte esa cámara!
–¡Señora,
no toque la cámara! ¡Que estoy trabajando!
–¡Policía,
policía! ¡Qué me roban a mi hijo!
–¡Pero
deje de pegarme!
–¿Qué
pasa aquí?
–Tranquilo,
agente, sólo iba a sacarme una foto con el crío.
–¡Deténgales,
deténgales, que quieren secuestrar a mi hijo!
–¿Es
eso cierto?
–¿Es
que no sabe quién soy?
–¡Un
sinvergüenza es lo que es! ¡Y un secuestrador!
–¡Ala,
venga, se acabó! Devuélvale el niño a su madre, que se va a venir
detenido a comisaría.
–¡Pero,
oiga!
–Y
usted también. ¡Apague esa cámara!
–¿Y
yo por qué? ¡Sólo estoy haciendo mi trabajo!
–¡Cierre
la boca! ¿Le gusta hacer fotos a los niños? ¡Póngase las esposas,
maldito pervertido!
–¡Esto
no es justo! ¡No es justo!
–¡Por
favor, vótenme el domingo! ¡No se dejen influenciar por esto!
–Ea,
ea, mi niño, vente con mamá… Ea, ea, cálmate…
–Ea,
ya me le han hecho llorar…
–¡Sinvergüenzas!
¡Qué sois unos sinvergüenzas!