viernes, 1 de noviembre de 2013

La habitación de Tobías


                                                      Dibujo de Universo Pamp.

Cuando fuimos a vivir a la casa vieja, nos encontramos una habitación amueblada. Había una camita, un armarito, y un pequeño arcón con juguetes antiguos. A Marcos y a mí nos dio yu-yu y no la quisimos. Decidimos que era la habitación del fantasma. Por las noches se oían susurros en ella.

Cuando nació Keko, le asignaron la habitación. El pobre se pasaba las noches llorando. Con el tiempo empezó a decir que había un niño en su habitación, que se llamaba Tobías. A mi padre no le hacían gracia esas cosas, pero mi madre lo dejó pasar. Ahora les oíamos jugar por las noches.

Keko empezó a crecer y se cansó de jugar con Tobías. Decía que era un niño plasta y que no le soportaba. Mi padre pensó que lo del amigo invisible había llegado muy lejos. Por las noches se oía a Keko discutir, hasta que se hartó y echó a Tobías de la habitación.

El salón amaneció destrozado. Tobías estaba furioso. Por las noches se metía en las habitaciones y nos tiraba cosas. Estábamos asustados. Mi padre pensó en llamar al padre Jacobo para que bendijera la casa, pero mi madre no le dejó, porque le daba vergüenza el qué dirán.

Un buen día, los golpes cesaron y empezamos a oír al abuelo. Llevaba años postrado en la cama, sin hacer otra cosa que gruñir y lamentarse, y ahora se le oía hablar y reír. Había hecho buenas migas con Tobías. Ambos habían jugado a las tabas, y admiraban a Puskas. Por un momento nos sentimos malos nietos, había tenido que venir un fantasma para hacerle caso al abuelo.

Cuando el abuelo murió, tuvimos que dejar la casa. Nos daba miedo la reacción de Tobías.

10 comentarios:

  1. Llevo días peleándome con el blog para poder publicar este relato para Halloween.
    A mi esto de las fiestas de los yankis me revienta mucho. De hecho, ayer yo era el ogro malo que no daba caramelos a los niños. Estuve a punto de agarrar a un niño rollizo y meterlo en el horno, pero me resistí y no abrí la puerta. ¡Si al menos me hubieran dado unos huevos para cenar, esos niños antipáticos!

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  2. Buen cuento, David. Las cosas del más allá, cuando se sienten acá, jeringan mucho. Menos mal que no hay muchos Tobías en las casas de ahora. Son listos, ya saben de qué van los desahucios, y no quieren líos.

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  3. Gracias por tu visita, Alejandro.
    En este hostal no tenemos fantasmas, bueno, quizá un fantasmón que se las da de buen escritor, debido a las cosas que le dicen los ocupantes del hostal.

    A ver si nos vemos un día, fuera del hostal.

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  4. El fantasma Tobías... seguro que me hacía amiguito de el :D

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    1. Fijo que te hacías amigo de él, y al contrario de lo que marca la tradición de los amigos fantasmales, tú serías el amigo fantasmalo y le harías hacer gamberradas >D

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  5. Pero qué manera más original de reclamar atención para los abuelos. ¡eres único!

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  6. Ya sabes que soy Mari-Sol, es que no tengo cuenta y escribo con la de mi marido

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    1. Ya decía yo que las otras veces que has venido al hostal no tenías esa cara.
      Gracias a los dos por vuestra visita.

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  7. Tengo que felicitarte de nuevo. Es muy entrañable que al final el abuelo y el fantasma se hicieran amigos.
    Saludos
    Conchi

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    1. Ya sabes, Conchi, que en este hostal hay fantasmas, pero son entrañables.
      Gracias por tu visita.

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