domingo, 14 de agosto de 2016

El día que nací yo

                                                           Dibujo de Universo Pamp.


El día que nací yo, cerraron los comercios. Sucedió un 15 de agosto, en la recién nacida Democracia Española, en pleno barrio de las Vistillas, durante los festejos de la Virgen de la Paloma.

Mi padre había ascendido en la empresa y se sentía orgulloso de que su tercer hijo pudiera nacer en una clínica privada que llevaban unas monjitas. Unas monjitas bastante recatadas que le echaban en cara a mi pobre madre, que estaba poniendo perdida la camilla.

–¡Es qué no veis que estoy pariendo! –gritaba furiosa.

A punto estuvieron de llamar al padre Laureano para que le practicara un exorcismo. Mi abuela, devota cristiana, intentaba apaciguarlas, pero mi madre no paraba de gritar. El doctor Pellizer sugirió aplicar la epidural.

–Vade retro, Satanás –murmuraban las monjitas.

Con el sonido de mis primeros berridos se frustró el tercer intento de mamá, por tener una niña.

–No, hija, no, si este venía para ser chico –aseveró mi abuela.

Allí estaba yo, afirmando mi condición varonil con ese llanto grave y potente.

–Vade retro, Satanás. Vade retro, Satanás.

En la calle, Fernando Esteso cantaba a grito pelao “la Ramona pechugona”, arreando al bombo como si la selección española hubiera ganado el mundial de fútbol.

Mis alaridos eran tan estridentes que a mi madre le daba miedo acercarse a darme el pecho.

–¡Ala! –exclamaba la abuela– ¡Menudo gañanuco!

–Vade retro, Satanás.

Las monjitas se decidieron a llamar al padre Laureano.

–La Ramona es la más gorda de las mozas de mi pueblo… –cantaba el Esteso.

Las hermanas se santiguaban mientras yo lloraba. Y mamá le gritaba a papá.

–¡Por lo que más quieras, Luis, hazle callar!

–Los brazos de la Ramona son más anchos que mi cuerpo…

–No, hija, no, no te molestes, si tu marido se ha ido al trabajo –intervino la abuela.

–¡Pero bueno, mamá! ¿Es que este hombre no se puede quedar ni al nacimiento de su hijo?

–La Ramona se ha fugado con el hijo del cartero…

–¡Vade retro, Satanás!

El padre Laureano imploraba, arrojando agua bendita, pero ni yo dejaba de berrear, ni el Esteso de cantar.

Fue mi abuela, con su santa paciencia, la que me durmió entre sus brazos, “eaeaea”, después de sacar de ahí al cura, entre salmos, disculpas y empujones.

Y así pues pasó mi festivo nacimiento, entre gritos y llantos, entre “Ramona, te quiero” y “Fernando, te odio”.

Pasé mucho tiempo creyendo que los comercios los cerraban porque era mi cumpleaños, hasta que descubrí que antes de nacer yo, ya era fiesta nacional.

1 comentario:

  1. Hoy cumplo 40 años. ¡Madre mía, qué mayor soy!
    Mi madre aún me echa en cara mi ocurrencia de nacer en pleno mes de agosto, con todos los calores, pero fue cosa suya el darme a luz en pleno barrio de las Vistillas, durante las fiestas de la Paloma.
    Yo por mi parte, me conformo con que no me llamara Palomo.

    Espero que os guste esta crónica de mi nacimiento.

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